Limones Meyer en conserva

Lave y seque bien el frasco, la olla u otro recipiente de conservación y cubra el fondo con una capa de sal kosher. Lave y seque los limones.

Con un cuchillo pequeño para pelar, haz 4 cortes verticales pequeños en cada limón (como si los estuvieras cortando en cuartos pero dejándolos unidos por ambos extremos). Los cortes deben atravesar la piel del limón, pero el limón debe permanecer intacto y entero. Los cortes sirven para que la sal penetre más rápido en el limón y para que salga parte del jugo del limón, que se mezcla con la sal y ayuda al proceso de conservación.

Coloca un par de tazas de sal kosher en un bol. Pasa cada limón por la sal asegurándote de que la sal entre en los cortes que has hecho. Luego, empuja los limones hacia abajo en el recipiente para que suelten parte de su jugo. Si algunos de los limones se rompen, no hay problema.

Mezcla un poco de agua con la sal restante hasta conseguir la consistencia de arena húmeda y añade la hoja de laurel. Vierte esta sal húmeda sobre los limones, cubriéndolos lo mejor posible.

Coloque los limones en un ambiente fresco a temperatura ambiente. Agite el frasco cada dos días para asegurarse de que todos los limones permanezcan salados y libres de moho. ¡Los limones estarán listos para usarse como un delicioso agregado de sabor a cualquier receta en 3 o 4 semanas!